“Pesadilla en la cocina” viaja esta semana a Andorra para tratar de salvar un doble negocio: un pequeño hotel y un restaurante que son manejados por una administrativa y un herrero sin experiencia alguna en hostelería. Además, la pésima relación de yerno y suegro, amenaza seriamente el futuro del proyecto. ¿Conseguirán salvar el negocio con la ayuda de Alberto Chicote?
Por
Alicia Marín
Juanjo era herrero y decidió convertirse en jefe de cocina, mientras Ariadna, una administrativa, pensó que podría ser encargada de la sala. Pero además, la pareja se rodeó de un particular equipo de empleados en el que se encuentra el padre de Ariadna, cuya relación con su yerno es pésima, está cargada de gritos, improperios y es prácticamente insostenible. Por si no fuera suficiente dificultad, cuando ni siquiera el restaurante comenzaba a funcionar, la pareja decidió hacerse también con la gestión del hotel, lo que les ha provocado una deuda que crece a un ritmo vertiginoso.
Así, Alberto Chicote se enfrenta a un restaurante que comparte un ingrediente principal con muchos de los difíciles casos que ha conocido el chef: la errónea creencia de que montar un restaurante es fácil. Pese a las buenas intenciones y el propósito de trabajar duro, Ariadna y Juanjo están sobrepasados. Ambos negocios hacen aguas y el proyecto tanto empresarial como personal de la pareja se les está escapando de las manos. Si Juanjo y Ariadna no aprenden a marchas forzadas, siguen al pie de la letra los consejos de Chicote y consiguen reconducir la relación personal de yerno y suegro, L´Olive tendrá un claro destino: el fracaso.