“El secreto de Puente Viejo” capítulo 1817 con la distancia entre Emilia y Alfonso y el sufrimiento de Francisca

Mientras Emilia y Alfonso se distancian tras ser liberados y Emilia terminará encarándose a su marido para contarle lo que tuvo que padecer, Julieta y Saúl se preparan para huir de Puente Viejo cuando Prudencio se entrevista con un forastero. Además, Francisca está esquiva, mira el horizonte y llora… El viernes, en “El secreto de Puente Viejo”.

Emilia y Alfonso en "El secreto de Puente Viejo" - Atresmedia

Este viernes 4 de mayo, Antena 3 estrena el último capítulo de la semana de “El secreto de Puente Viejo”, su exitosa ficción para las tardes que deja intensos frentes abiertos de cara al próximo lunes.

Mientras en el capítulo del jueves, la ceguera de Alfonso y el mensaje que recibe Francisca son protagonistas, el viernes, la salida de tono de Alfonso termina con la fiesta de golpe. Julieta viene a visitar a Emilia, preocupada tras el final abrupto de la cena, pero ella corta la conversación para hablar con Tiburcio: quiere algo de él que impida que vuelvan a hacerle daño a ella o a su familia. Así, Tiburcio entrega a Emilia unos cuchillos para lanzar y le explica que debe practicar mucho.

Los Castañeda se mudan a casa de Marcela y Matías, pero allí tampoco encuentran la paz: Alfonso no duda en acusar a Emilia de haber pasado el tiempo entre rejas a cuerpo de rey mientras él recibía todo tipo de palizas. Emilia se encara, ¿quiere saber qué ha tenido que padecer ella? Se lo dirá…

Entretanto, Julieta admite a Consuelo haberse equivocado al retrasar su marcha de Puente Viejo. A la par, Prudencio se entrevista con un forastero. Esto coincide con la preparación del equipaje por parte de Saúl y Julieta: se marchan ya.

Francisca en "El secreto de Puente Viejo" - Atresmedia

Por otro lado, Raimundo resume a don Anselmo sus malas sensaciones respecto a Alfonso y Emilia, que se unen a la mala espina que le da el extraño comportamiento de su mujer: la nota inquieta y cree que le oculta algo, pero no sabe qué. Mauricio sabe que el comportamiento de Francisca cambió en el momento en que recibió aquella carta, desde entonces la esconde con recelo y está tan esquiva que ni se la ve. La Montenegro mira el horizonte conmocionada, llora.

Por su parte, Severo rehúye la intimidad con Irene, y en cuando el niño no está por medio, se marcha de las estancias comunes. La mujer empieza a acusar los esfuerzos de Severo por mantenerse alejado de ella, pero entonces, recibe una llamada que debe atender; dice tratarse una llamada relacionada con el trabajo.

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